Soy periodista. Hace ya una década que empecé a ejercer y a trabajar en distintos medios de comunicación. Desde hace seis años formo parte del equipo de la corresponsalía de Aragón para Mediaset. También he cubierto noticias para para Antena 3. Y, en definitiva, ejerzo de reportera, contando todo lo que va ocurriendo en nuestra tierra, que es mucho. 

A pesar de que mi plaza a nivel periodístico ha sido principalmente Aragón, siempre he tenido la mirilla puesta en la información internacional. Estudié un máster en conflictología armada y social, porque desde bien joven mi vocación siempre fueron las corresponsalías de guerra. Me gusta hablar de la gente. De sus perfiles. De sus contextos. Yendo de lo micro, a lo macro, y volviendo de nuevo a lo íntimo, personal. Esa parte por el todo. Uniendo todo ello, al estallar la guerra de Ucrania, tuve la posibilidad de conocer a varias familias ucranianas con las que llegué a entablar amistad. Fue entonces cuando pude hacerme eco de una maravillosa iniciativa que habían puesto en marcha voluntarios civiles ucranianos, para ayudar a sus Fuerzas Armadas allí, en terreno. Desde la fundación, pilotada por Anita y Andrei, consiguen todo tipo de suministros para después trasladárselos a soldados que luchan en el frente. Esa válvula algo temeraria que, reconozco, forma parte de mi ADD, se activó de pronto…. y decidí coger una mochila, solicitar vacaciones en el trabajo, y marchar a Ucrania a documentarlo. Fue un viaje en solitario, acompañada de mi móvil, eso sí, que cristalizó en la publicación de “Ucrania en resistencia. Pequeñas historias de guerra”. Un serial de reportajes, de 9 capítulos, en los que narro la labor de estos voluntarios, a los que acompañé durante 10 días en un trayecto por Donbás.