Contra las guerras, vengan la paz y la justicia…y un poco de comedia para entonar…

Cualquier guerra, cualquiera, supone la mayor quiebra de la conciencia humana, el descalabro de la razón, la apoteosis de lo inhumano. “La guerra no es más que un asesinato en masa, y el asesinato no es progreso”, decía Alphonse de Lamartine.

Pues no aprendemos, para nada. Tras la escuela que supuso  la II Gran Guerra, seguimos suspendiendo y ahora tenemos no menos de 50 guerras abiertamente declaradas, amén de  otro tipo de guerras producto de las hondas injusticias. No queda otra que erradicar la guerra en sí misma, como ya adelantaron Bertrand Russel y Albert Einstein en su manifiesto.

Alguien dijo que las guerras terminarían si los muertos pudiesen regresar. Fabulosa metáfora. Pero entretanto, qué hacer. Desde luego no permanecer indiferentes. La sociedad humana está tan mal tanto por las fechorías de los malos, como por el silencio cómplice de los buenos (F. Cabral). Llega un momento en que el silencio es traición (M.L. King). Y nosotras no queremos ser cómplices ni traidoras. Queremos gritar NO, basta ya. Queremos otro mundo, y lo queremos ir construyendo desde ya mismo, sin demora. Y sin engaños. No lo podemos dejar en manos de unos pocos que nos siguen engañando a todos.

Ya Voltaire decía que la política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin  memoria. Y nosotras no nos queremos escudar ni en el silencio ni en la no memoria. Queremos gritar alto y fuerte, también en el silencio de una sala de teatro…
 

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